miércoles, 29 de abril de 2009

CACHÉ (ESCONDIDO). EL RETORNO DE LA CONCIENCIA

FICHA TÉCNICA

Dirección y guión: Michael Haneke.
Países: Francia, Austria, Alemania e Italia.
Año: 2005.
Género: Thriller.
Interpretación: Daniel Auteuil (Georges), Juliette Binoche (Anne), Maurice Bénichou (Majid), Annie Girardot (Madre de Georges), Lester Makedonsky (Pierrot), Bernard Le Coq (Editor), Walid Afkir (Hijo de Majid), Daniel Duval (Pierre), Nathalie Richard (Mathilde), Denis Podalydès (Yvon), Aissa Maiga (Chantal).
Producción: Margaret Menegoz y Veit Heiduschka.Fotografía: Christian Berger.
Música: Ralph Rieckermann.
Montaje: Michael Hudecek y Nadine Muse.
Diseño de producción: Emmanuel De Chauvigny y Christoph Kanter.
Distribuidora: Golem Distribución

Lo que se barre debajo de la alfombra, algún día termina por poner la alfombra en movimiento. (Michael Haneke).

MICHAEL HANEKE

Michael Haneke es uno de los directores europeos más controvertidos y provocadores del momento. Sus películas, caracterizadas por no hacer concesiones al espectador, han logrado tanto el rechazo del público (abucheado en Cannes) como su aprobación. Licenciado en filosofía y psicología por la Universidad de Viena, Haneke plantea en sus filmes retadoras cuestiones filosóficas y se vale de sus conocimientos en psicología para construir desesperantes relatos que ponen nervioso al espectador y lo hacen revolverse en su butaca.
La irrupción de Haneke en el cine fue tardía, anteriormente trabajó como editor y dramaturgo y dirigió varias producciones escénicas en Alemania, debutando como director televisivo en 1973. Pero no será hasta 1989 cuando da el salto a la gran pantalla y dirige su primer largometraje: El Séptimo Continente, marcando el inicio de su estilo violento, sombrío y turbador.
Su siguiente film, El Vídeo de Benny (1992), dio a conocer a Haneke internacionalmente, pero el éxito de Funny Games (1997) y La Pianista (2001) son las que le otorgan el reconocimiento de la crítica. Su última película, Caché (2005), ha obtenido el Premio al Mejor Director en Cannes.
Este director filosófico redondea con Caché una especie de género de terror iniciado en anteriores películas, un terror invisible, sugerente y nada obvio, un cine que obliga a implicarse al espectador.

UNA PELÍCULA SOBRE LA CONCIENCIA


Mis películas están planteadas como declaraciones polémicas contra la cinematografía estadounidense 'barrel down' y su tendencia a dejar de otorgar poder al espectador. (Michael Haneke).

Caché arranca con la misma idea que Carretera perdida, de David Lynch. Unas cintas anónimas desconciertan a un individuo que ve amenazada su estabilidad emocional. Pero en esta película, Haneke se centra más en el sentimiento de culpa y la inminencia de un peligro que no se ve, que en la ejecución de una amenaza.
Elegida como mejor película europea en 2005, Caché nos demuestra una vez más la efectividad de Haneke en la reinterpretación y apropiación de los códigos del cine de género. Al contrario que David Cronenberg o Lars Von Trier, Haneke asume la reinterpretación de un género sin ironía y lo aprovecha para manipular al espectador y dirigirlo hacia la repulsión, el miedo o la angustia, sentimientos que sirven para entender el sentido más oculto de sus películas. Michael se vale de las estructuras de los géneros de terror (en Caché, Funny Games, El vídeo de Benny) suspense (en Código Desconocido, El séptimo Continente, El Castillo) drama (en La Pianista) o ciencia ficción (en La hora del lobo) para poder analizar en profundidad y con rigor intelectual los temas que más le preocupan: los medios masivos, la violencia, el racismo, la hipocresía o la indolencia.
Haneke asusta, impacta, repele o conmueve pero no de forma gratuita sino con el objetivo de situarse en un punto de partida para llevarnos a una reflexión más profunda y compleja sobre temas que pocas veces son tratados con consistencia en el cine.
Al igual que en todas sus películas los temas se mantienen, hay actores que también repiten bajo la dirección del austriaco. Por ejemplo, el director vuelve a contar entre sus filas con la complicidad de Juliette Binoche. La editora Anne de Caché, tiene el mismo nombre que la actriz de Código Desconocido, además su pareja sentimental también se llama Georges.

Daniel Auteuil (Georges en la película), borda su papel, a pesar de ser la primera vez que trabaja para Haneke, ha sabido interpretar perfectamente una personalidad compleja, por lo que ha sido galardonado con el Premio al mejor actor por los European Film Awards en 2005.

EL MIEDO LLEGA SIN AVISAR…


La familia no representa sólo la estabilidad, la voluntad y la satisfacción de construir, sino el miedo a perderlo todo. (Michael Haneke).

Caché comienza con una larga imagen aparentemente banal, parece una calle cualquiera, pero a los pocos minutos nos enteramos de que encuadra la fachada de la casa de los protagonistas: una prototípica familia burguesa compuesta por Georges (Daniel Auteuil), presentador de un programa de televisión sobre literatura, su esposa Anne (Juliette Binoche), editora y su hijo Pierrot (Lester Makedonsky). A medida que avanza la película descubrimos que la imagen pertenece a una cinta de vídeo anónima depositada en la puerta de la casa. Más tarde, el número de vídeos aumenta, están rodados a escondidas en la calle y se ven planos fijos de distintos lugares: un bloque de pisos y una puerta azul o la casa donde se crió Georges. Estas cintas vienen acompañadas por extraños e inquietantes dibujos. No se sabe quién los manda, pero alguien los vigila. Poco a poco, el contenido de los vídeos se hace más personal y Georges cree saber quien es el autor: Majid (Maurice Bénichou), un amigo de la infancia que vivía en su casa. Su recuerdo está vinculado a una traición, un secreto de familia relacionado de alguna manera con la matanza en 1961 de manifestantes argelinos en París.
La familia de Georges se siente amenazada y los pilares de su tranquilidad y comodidad burguesa comenzarán a tambalearse
Al final, y pese a los esfuerzos de Georges, nos queda la duda de quien ha sido el autor de los vídeos. La solución al misterio es algo que Haneke deja en el aire de manera intencionada para sembrar no sólo un interrogante en el espectador sino también para evitar que el film se convierta en un thriller convencional.

BUSCANDO UN CULPABLE…

Rehúso hacer un discurso, plantear soluciones; sólo intento sugerir tomas de conciencia, interrogantes… (Michael Haneke).

Michael Haneke deja varios interrogantes, esto hace que aumente la sensación de desasosiego, pero este sentimiento no sólo nos acompaña durante la película sino también después de haberla visto. Todavía me quedan dudas acerca de la autoría de las cintas: ¿el propio director?, ¿el espectador?, ¿la propia conciencia del protagonista? Hay ciertos flecos que no se explican en ningún momento, por ejemplo ¿por qué va el hijo de Majid a hablar con Pierrot a la salida del colegio?, ¿de qué hablan?
La película no logra hilarse al completo. Y aunque Haneke justifique este modo de narrar, afirmando que para él lo importante no son los hechos sino el proceso de revisión que ha desencadenado a partir de ella, pienso que un buen film debe contar una buena historia, tener un argumento contundente y bien desarrollado; además de transmitir algo y hacer pensar al espectador.
A pesar de que la historia en sí es simple y poco interesante, Haneke nos expone a través de diversas situaciones temas muy sugestivos como las frágiles bases en las que se asienta la vida burguesa, la mentira, las difíciles relaciones generacionales y la incomunicación entre la pareja.
Además de estos temas que flotan en la superficie del filme, existen otros más profundos que actúan de telón de fondo en toda su filmografía. Éstos son: crítica férrea a la burguesía mediante la alteración del orden establecido, crítica a los medios de comunicación y sobre todo a la televisión, la violencia, el racismo, el sentimiento de culpa y por último, la recuperación de la memoria histórica.

CRÍTICA A LA BURGUESÍA

En Caché, el envío de cintas anónimas y extraños dibujos violentos, logra no sólo poner en alerta a una familia acomodada, sino que su mundo más íntimo y personal se desestabiliza. Haneke demuestra cómo una amenaza o peligro inminente puede hacer que nos enfrentemos los unos a los otros, cuando deberíamos estar más unidos que nunca. Por ejemplo, llega un momento en que en el matrimonio empiezan a aparecer fisuras y se genera la desconfianza, Anne descubre que su marido tiene secretos y que no está dispuesto a compartirlos con ella. Otro ejemplo del enfrentamiento y la separación familiar es cuando su hijo Pierrot no vuelve a dormir a casa.
Esta desestabilización no sólo se queda en el nivel más íntimo, sino que traspasa las fronteras del hogar, hasta llegar a la cadena en la que trabaja Georges. El autor de las cintas, también hace partícipe al jefe de Georges con la intención de desenmascararlo. Concretamente, recibe la cinta en la que el protagonista está gritando ante un Majid abatido e indefenso.

CRÍTICA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En este caso, Haneke dispara su dardo crítico contra la televisión, como principal medio de representación de la realidad. El director plantea cómo este medio pretende hacernos creer que conocemos el mundo y que asumimos el dolor del otro, sólo por el hecho de verlo en una pantalla. Pensamos que esto nos hace víctimas, cuando en realidad lo que nos hace es cómplices.
A lo largo de toda su carrera, nos intenta mostrar que la realidad filmada no es la realidad. No podemos decir que no conozcamos los horrores del mundo gracias a la televisión, pero debemos ser conscientes de que verdaderamente lo que nos ofrecen es una realidad manipulada. Una imagen es sólo una parte, una aproximación a la realidad, pero que fácilmente se puede volver en un sustituto de ésta. Por mucho que veamos imágenes de violencia o hambre, jamás sabremos lo que es en realidad hasta que no lo experimentemos en nuestras propias carnes. No es lo mismo ver una imagen de un niño desnutrido que pasar hambre.

DISCRIMINACIÓN RACIAL Y VIOLENCIA

Caché es un retrato constante de la violencia, tanto física, moral, como psicológica. En la película hay muchas escenas en las que aunque no aparezca explícitamente, sí podemos sentirla. Por ejemplo, los dibujos anónimos en sí son violentos, aparecen: un niño escupiendo sangre y un gallo degollado, sin embargo, el hecho de recibirlos no constituye un acto violento. Se respira violencia durante la discusión entre Georges y Majid, y entre el hijo de Majid y Georges. La escena en que Georges presencia el suicidio de Majid en la cocina de su casa es brutal y aunque no hay ninguna agresión, la situación moralmente está cargada de violencia. En el filme hay otro momento, en el que además podemos apreciar la discriminación racial, y es cuando Georges y Anne van a cruzar la calle y se tropiezan con un muchacho negro en bicicleta.
Aparte de estas escenas caracterizadas por la violencia, hay otras que nada tienen que ver con este tema, pero en las que aparece en un segundo plano. En muchas ocasiones, se puede ver una televisión de fondo con imágenes sangrientas de heridos de guerra, sin embargo, nadie presta atención, ni se asombra al verlas. Haneke intenta decirnos con esto, que la violencia nos rodea pero, que debido a la televisión parecemos estar inmunizados. No es la primera vez que el director nos trasmite esta idea, en El séptimo continente, su primera obra, insertó la voz en off de un locutor de radio leyendo noticias de guerras e imágenes televisivas con hambrunas mundiales, huelgas o actos terroristas.

EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD

Lo que provoca ese sentimiento de culpa son las cintas de vídeo y los dibujos que recibe Georges. El protagonista se tiene que enfrentar a algo que cometió siendo un niño. Esto le obliga a salir del mundo en el que está atrincherado y enfrentarse a un pasado que rechaza y que ha intentado olvidar. En palabras de Haneke: “Quería hacer una película sobre eso, porque a los niños siempre se les considera inocentes y no responsables”.
El presentador repite hasta la saciedad que él no hizo nada y que no es responsable de la mala vida que llevó Majid después de abandonar su casa. Se justifica ante su mujer, ante su jefe, y ante él mismo con el objetivo de autoconvencerse. Sin embargo, en el fondo se siente culpable. Cuando vuelve a su casa tras haber presenciado el degüello se siente más culpable que nunca, como si él le hubiera cortado el cuello.
Georges es totalmente inocente y, aunque, como individuo no puede ser juzgado, colectivamente, como parte de la burguesía y una sociedad de consumo que se construye sobre la base de guerras e invasiones, Georges sí es culpable.
El mensaje que nos da esta película es sencillo pero a la vez desalentador: quien en el mundo actual sea un privilegiado, no está libre de pecado.

RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA

Haneke ha querido que este tema también forme parte de su película. Aunque no sea uno de los temas principales, la verdad es que logra enlazar de manera muy efectiva el sentimiento de culpabilidad individual del protagonista con el sentimiento de culpabilidad colectiva. El director saca a la luz un espeluznante suceso acontecido en Francia en los años sesenta. En 1961, París fue el escenario de una brutal masacre de más de 200 argelinos que posteriormente fueron arrojados al Sena. Sus cadáveres permanecieron flotando unas semanas ante la impasible mirada de los parisinos. Según él mismo afirma, “Mientras preparaba la película, vi un documental sobre la guerra de Argelia y me sorprendió mucho que ese tema llevase cuarenta años enterrado”.

Aparte de estas cuestiones de fondo, también hay ciertos elementos que se repiten en algunas de sus películas; como son la granja (Código Desconocido y Caché) o animales que mueren a manos de humanos (Caché y El vídeo de Benny).

VER LA ESCENA

Haneke rueda con austeridad, depuración formal, largos silencios y ausencia de música. El director austriaco opera a partir de molestos e incómodos planos largos, a veces con cámara fija, que simplemente registran lo que sucede en cuadro, dejando un fuera de campo importante (todos los asesinatos en Funny Games ocurren fuera del encuadre, al igual que en El vídeo de Benny). Otras veces utiliza panorámicas que siguen de forma insistente a un personaje mediante planos muy extensos. Este tipo de tratamiento visual es llevado a cabo en un intento de minimizar al máximo la manipulación de un medio intrínsicamente manipulador y engañoso. Este tipo de grabación hace que en ocasiones no distingamos entre los vídeos caseros y la propia puesta en escena. Esto también se consigue gracias a la filmación de la película en vídeo digital. Haneke muestra a los protagonistas incluso de espaldas y, a veces, parece que están siendo observados desde algún lugar oculto de la casa. Esta técnica nos da la sensación de que es el propio espectador el que espía.

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